Entrevista
a
Lorenzo
Peña
(SEGUNDA PARTE)
por Antonella Attili
Las ventajas de esta
lógica difusa, gradual,
con matices parecen ser muchas: se puede aplicar a los enunciados vagos, a
las
enunciaciones vacuas, se puede tener una nueva apreciación del
concepto, puede
hablar de contradicciones verdaderas, flexibiliza los principios de la
lógica,
da preeminencia a los elementos, hay grados de pertenencia, se eliminan
las
barreras categoriales, tenemos los matices junto con la
extensionalidad. ¿Qué
significan, qué implican?
De todas esas ventajas que
mencionas, algunas de ellas como la eliminación de barreras
categoriales no
viene dada automáticamente por este tipo de lógica
simplemente por ser una
lógica paraconsistente y gradualística; es un paso
ulterior en la construcción
de un sistema lógico-ontológico que podría no
darse: o sea, alguien puede tener
una lógica gradualistica y difusa, pero no dar ese otro paso
ulterior.
Pero, en general, creo que todo lo
que mencionas es resultado de un esfuerzo para adaptar la lógica
a la realidad.
Si consideramos que la lógica es verdaderamente útil para
el razonamiento
humano cuando se ajusta a cómo es la realidad y a las
correlaciones mismas
que existen entre los hechos en la realidad, entonces, si la realidad
comporta
todo eso, la lógica misma tiene que comportarlo también y
es, por tanto, un
intento de adaptación: del mismo modo que la vida es una
adaptación constante
al medio, la investigación humana tiene que ser también
una adaptación
constante a la problemática tal como nos viene planteada por la
realidad. Todo
este tipo de flexibilizaciones que mencionas son un paso más en
ese sentido;
paso que puede no darse, pero ya sabemos generalmente lo que ha pasado
con las
especies que no se han adaptado. Es preferible adaptarse.
En la
propuesta que defiendes de
una lógica gradual y difusa, los “matices” (“En qué
grado”, “en qué momento”, etc.) permiten
acercarse mejor a esta complejidad y hablar de grados de verdad”.
En la lógica clásica -volviendo
nuevamente a la lógica clásica, que por algo es
clásica y merece que se vuelva
constantemente a ella, como a los clásicos- solo hay dos valores
de verdad: el
puro SI y el puro NO, la pura verdad y la pura falsedad. Vamos
desarrollando
lógicas que, creo, se ajustan más a la riqueza, a lo
multifacético de la
realidad, a lo variopinto y complejo de la misma, cuando vamos
introduciendo
justo todos esos matices. Entre la verdad absoluta y la falsedad
absoluta hay
grados infinitos de verdad. Pero no sólo eso.
También hay “aspectos” de verdad:
algo puede ser muy verdadero en unos aspectos y poco verdadero en otros
aspectos. Hay momentos en los cuales algo puede ser verdad y NO verdad
en otro
momento. Hay una serie de flexibilizaciones ulteriores, y entonces los
valores
de verdad no pueden ser, no ya el puro SI o el puro NO, sino ni
siquiera
grados; tiene que ser mucho más complejo, tiene que tener una
estructura mucho
más complicada porque tiene que dar cabida a esa posibilidad de
verdadero en un
aspecto, más verdadero en un aspecto que en otro, más
verdadero en un momento
que en otro, y así sucesivamente.
¿Es realmente posible optar por un
sistema
lógico, si cada lógica determina un cierto modo general
de pensar en el cual
quien debe elegir está sumergido?
Es posible, porque en cada caso
siempre se está haciendo una opción entre un
número reducido, generalmente muy
pequeño, de alternativas que comparten un montón de
afirmaciones y de reglas de
inferencia, y entonces aquello que está jugando el papel de
juez es lo que
tienen en común y lo que está jugando el rol de parte
pues es respectivamente
lo que cada una tiene de diferente, de diferencial. Por otro lado, eso
que está
jugando el rol de juez tampoco tiene que jugarlo de manera definitiva;
lo está
jugando en esa circunstancia, pero el juez también puede ser
juzgado
evidentemente. Sería un sistema judicial lamentable aquél
en el que el juez
escapara a poder ser juzgado en otra circunstancia.
¿Cómo o cuándo se llega a
decidir que es
oportuno optar por otra lógica, que sería bueno elegir
otra desde la profesión
de una lógica? ¿Qué límites puede alcanzar
un sistema lógico ya prefijado, ya
asumido, ya profesado; cómo se llegan a percibir muchos limites
como tales?
Fundamentalmente de dos modos,
siempre y cuando uno se percate de que hay razonamientos que esa
lógica no
permite extraer, o de que esa lógica extrae razonamientos que
son indeseables;
en cualquiera de esas dos circunstancias.
La segunda surge cuando o bien conceptualizamos el mundo de una
manera
nueva, diferente de cómo lo habíamos hecho y entonces
ciertas inferencias que
sacábamos al conceptualizarlo así ahora nos resultan
indeseables; o bien,
cuando percibimos una nueva experiencia empírica y tenemos que
reajustar el
conjunto de nuestra manera de mirar el mundo.
Podemos hacerlo manteniendo la
lógica, pero entonces alterando radicalmente ciertas
concepciones empíricas, o
ajustando a la vez la lógica y las concepciones
empíricas. Normalmente uno no
modifica su lógica porque surja un evidencia empírica
particular en un terreno
aislado, pero sí puede hacerlo cuando surgen muchas evidencias
empíricas en
muchos terrenos, cuando se está sufriendo ese impacto desde
diversos ángulos.
Es curioso que se
admitiera entonces la idea de la evolución de las
especies y que no entrara en crisis la lógica clásica,
cuando la lógica clásica
no puede dar un tratamiento adecuado a la evolución de las
especies porque, si
hay evolución de las especies, las fronteras entre esencias no
son absolutas,
la frontera entre el
¿Puede
haber sido un estimulo
para el surgimiento de las lógicas alternativas?
Si hay lógicas totalmente
inconmensurables entonces no podemos hacer una opción racional,
eso es
evidente. Podemos concebir eso; me resulta muy difícil concebir
lógicas
mutuamente inconmensurables, pero no me resulta incomprensible concebir
que las
pudiera haber, aunque yo no pudiera dar ningún ejemplo.
En tal situación seguramente
estaríamos ante los límites de la racionalidad: no
podríamos actuar racionalmente.
Es más: quizá de algún modo ni siquiera
podríamos entender las dos o por lo
menos no podríamos entenderlas como lógicas, porque
tendríamos una lógica A y
una lógica B, incomensurables, o bien nuestro pensamiento
estaría moldeado por
A o por B o por otra; dada su inconmensurabilidad sería muy
difícil para
nosotros entender siquiera que fueran “lógicas”.
Podríamos en algún sentido
lato de la palabra entender las dos teorías, pero verlas como
“lógicas” sería
muy difícil. De algún modo sería una lógica
y otra ilógica. Pero, si las
pudiéramos ver como lógicas pero inconmensurables,
intraducibles, creo que
tendríamos un auténtico límite de la racionalidad.
Yo espero que esa situación
no se dé.
Claro, porque
trata de gradualizar
y flexibilizar las fronteras; una de sus pretensiones es permitir
justamente
puentes. A veces la inconmensurabilidad es resultado de que no hay
puentes y de
que se trazan fronteras absolutas. Cuando se gradualizan las fronteras
muchos
tránsitos, que antes no se veían, surgen como
factibles o por lo menos como
concebibles.
Acerca
de argumentos para el
cambio: el que haya que cambiar entre
sistemas lógicos puede ser siempre cuestionable y por otra
parte, desde las
lógicas consideradas como un a priori, parecería ni
siquiera aceptable,
relevante.
....
quizá incluso sin sentido.
¿Cuáles
razones, en positivo,
indicaría como las decisivas o por lo menos relevantes en la
consideración de
optar entre una lógica cerrada o monista, o universalista y otra
abierta,
relativizante, gradualista, contextualista? Una labor de
difusión del
pluralismo de las lógicas.
Varios
argumentos han aflorado en
nuestra conversación. Uno de ellos que o bien tenemos una
intuición a priori de
cuál es la verdad lógica y la validez lógica o no
la tenemos; si la compartimos
todos los seres humanos o no. Si la compartimos todos los seres
humanos,
entonces ¿qué pasa con los lógicos no
clásicos, mienten o están bajo la
influencia de algún tipo de -qué sé yo- espejismo,
ilusión, hipnotismo?
Cualquier explicación de este tipo sería peregrina y
obviamente descartable. Lo
más probable es que no haya tal intuición, sino que
optamos por la lógica igual
que optamos por lo demás, en un proceso de ajuste, de tanteo y
error, de busca.
En este proceso creo que nos estamos encontrando -y así muchos
lo han
comprobado- con una serie de fenómenos que la lógica
clásica no permitía tratar
adecuadamente, con montones de razonamientos que involucran grados, que
involucran comparaciones de grados, con fenómenos en todas las
ciencias
-incluyendo la física pero obviamente las demás ciencias-
que involucran el
tener que rebasar las fronteras absolutas, el tener que flexibilizarlas.
Recientemente, por ejemplo,
escuché una emisión de divulgación
científica sobre las bacterias. El problema
es determinar si pertenecen a la vida vegetal o a la vida animal,
entonces, la
respuesta del especialista que hablaba de eso es que ese tipo de
fronteras
absolutas no se pueden aplicar en la biología real. En la
biología real hay
franjas y hay otras caracterizaciones que son más flexibles que
el totalmente
SI o el totalmente NO, porque algo puede participar en cierto modo de
lo uno o
en cierto modo de lo otro.
Quizá como acicate mayor todavía al cambio es que,
flexibilizando, se
obtienen resultados que no se obtenían sin ello -como lo hemos
visto antes-
incluso en el terreno técnico. Personalmente, el motivo mayor
sería justamente
que necesitamos el cambio porque necesitamos una lógica
adecuada que rija nuestra
normatividad; esa lógica sólo puede ser adecuada si
admite grados de
obligatoriedad y grados de licitud (que la lógica clásica
no puede admitir) y
que, mientras no se implemente una noción de grados de licitud,
difícilmente se
van a solventar una serie de problemas en los cuales estamos
enfrascados y en
los cuales está enfrascada nuestra sociedad y que enfrentan a
veces a muerte
posiciones porque no se tiene en cuenta que las cosas no son blanco y
negro,
todo o nada, sino que encierran mil y un matices.
Estábamos hablando antes de las
lógicas deónticas y jurídicas; bueno,
pues hay algo tan sencillo como saber
qué posibilidades son pertinentes para cuando se va a tomar
en cuenta un
determinado criterio (lo que puede pasar), y la noción de
posibilidad que se
está barajando ahí, ¿qué posibilidad es?
¿Posibilidad abstracta? La posibilidad
Pues la noción de posibilidad
concreta -hasta donde yo sé- sólo se ha implementado en
el marco de una cierta
lógica modal gradualista y sin ésta última es
realmente muy difícil entender la
noción de la posibilidad en los contextos reales en los cuales
entra: entra en
el código civil, en el código penal, en el código
constitucional, o en cualquier
otro. Otro ejemplo, también vinculado a nuestra praxis
normativa y al
ordenamiento lógico de nuestra vida jurídica:
felizmente en estos últimos
decenios hemos dado un paso de la afirmación de derechos
negativos
exclusivamente a la afirmación de derechos positivos. Por
ejemplo, en las
constituciones del siglo XIX grosso modo -habría
que matizar- había una
noción de derechos negativos: tengo derecho a que no me maten, a
que no me
torturen, no me encarcelen indebidamente, no me condenen sin pasar por
un
juicio con garantías, y así sucesivamente. Pero no se
habían afirmado derechos
positivos, derecho a tener una vivienda, unas condiciones de vida
aceptables,
un puesto de trabajo, una asistencia sanitaria, un acceso a la
enseñanza, ésos
son derechos positivos y son del siglo XX. Bueno, simplificando, ya que
desde
el siglo XIX se dieron pasos en ese sentido; sería
injustísimo desconocer esos
primeros pasos que fueron decisivos.
Bueno, hubo recientemente en
Estambul una conferencia sobre el derecho a la vivienda y una gran
potencia
quiso que no se incluyera la afirmación del derecho del ser
humano a la
vivienda porque planteaba: “Y si se reconoce ese derecho, entonces
¿se está
reconociendo al ser humano el derecho a reclamar a la colectividad por
no tener
una vivienda digna?” Ese punto de vista fue aislado, fue un sólo
país del mundo
el que se opuso a eso.
Bueno, el derecho a tener una
vivienda en las lógicas
deónticas o
jurídicas de cuño clásico es inconceptualizable;
solamente se puede expresar
como “hay una vivienda que uno tiene derecho a tener” pero no es eso:
no es que
haya una vivienda que uno tiene derecho a tener, sino que uno “tiene
derecho a
que haya una vivienda”.
Temas tan sencillos como éste. Este tipo de
derechos
positivos que se expresan con cuantificadores existenciales (derecho a
que haya
un ente así o asá al que uno acceda), eso sólo es
conceptualizable -o por lo
menos sólo se ha probado que sea conceptualizable- con una
lógica de éstas de
nuevo cuño, digámoslo así.