La Filosofía de la
Ciencia en Leonardo da Vinci
Las gentes universales no desean
enseñas... No se les adivina.[1]
Raymundo Morado
IIF-UNAM
I. Facil cosa è farsi universale.
Leonardo nos parece el hombre por
excelencia. Y no por una abstracción sino a fuerza de complejidades. Adán es
prototipo del hombre en su desnudez; Leonardo lo es en sus vestiduras.
Era
bello, de cuerpo armonioso, tan fuerte que de él se contaba que “con la diestra torcía un fierro de aldaba y
una herradura como si fuera plomo”[2]; cariñoso, amable y sencillo
con todos; amante de los animales al grado de comprar pájaros enjaulados en el
mercado para dejarlos libres y de rehusar una dieta de carne por considerar
injusto robar a los animales sus vidas; hábil en la esgrima, la equitación, la
danza, la música. Magnífico conversador, maestro de ceremonias, pintor,
escultor, arquitecto, ingeniero militar y civil; versado en matemáticas,
astronomía, física, biología, anatomía, botánica, zoología, filosofía y
literatura; la amplitud de sus intereses superó a la de aquellos “hombres
universales” que le precedieron, como Leon Battista Alberti o Brunelleschi. Fue
constructor y urbanista, arquitecto, escenógrafo, músico, geólogo y cantante;
inventor de un sistema para irrigar vastos territorios, de una máquina teatral
que presentaba en sus órbitas a los planetas, de un león mecánico que caminaba
hasta el trono y, llegado delante de él, se abría por la mitad mostrando su
interior lleno de flores; de máquinas para volar o para navegar bajo agua,
cañones de vapor[3] y carros blindados. Lo mismo pintó la grandeza femenina de Santa
Ana que los despojos de treinta cadáveres para Marcantonio della Torre; igual
une el canal de Martirana con el de Ticino que entretiene a los invitados a la
corte de Ludovico inventando fábulas. Para él, “fácil cosa es hacerse universal” (“facil cosa è farsi
universale”). Pero los demás
permanecenos como simple “pasaje de la
comida” (“transito di cibo”).
A tal
punto nos asombra, que todo en él parece original e importante aunque no lo
sea. Al principio se le consideró original en filosofía natural y en mecánica;
después se mencionó a Nicolás de Cusa, la escuela de París, los
mertorianos. Hoy día sigue siendo
difícil evaluar su originalidad o importancia en la historia de la filosofía y
en especial de la filosofía de la ciencia. Su natural disperso y fragmentario,
siempre incompleto, dificulta la tarea.[4] Sin embargo subsiste la tentación; todos peleamos por Leonardo.
Un ser humano tan poco localizado, tan poco localizable, ni verdaderamente
antiguo ni moderno ni renacentista ni contemporáneo de nadie; ni verdaderamente
pintor ni pensador ni nada, ejerce un irresistible atractivo, una necesidad de
diseccionarlo, como nuestros bisabuelos diseccionaban los cerebros de criminales
famosos en busca del pliegue, la circunvolución que explicara lo
excepcional.
)Quién era Leonardo? Lo que sabemos del hombre es mucho y muy poco. A
medida que avanzamos en erudición sobre él se acentúa la sensación de que no
podemos pisar terreno firme. Si su intención fue ocultarse lo ha logrado. Su
caligrafía invertida no irradia mayor luz en el espejo.
)Qué tan grande fue en realidad Leonardo? Según Stendhal, “cien años
antes que Bacon, Leonardo de Vinci había escrito lo que constituye la grandeza
de Bacon; su error consiste en no haberlo impreso”.[5] Copleston escribe en su Historia[6] que Leonardo anticipó el descubrimiento de William Harvey de la
circulación de la sangre[7] y la teoría ondulatoria de la
luz, y que si sus trabajos en anatomía no tuvieron gran influencia fue debido a
que no se publicaron. Es característico
el entusiasmo de Freud: “nos correspondió a nosotros reconocer su grandeza como
naturalista”.[8] En otro pasaje lo llama “el predecesor, o, mejor, el digno
competidor de Bacon y Copérnico”.[9] Parecería que para Freud las dotes de Leonardo no tienen limite;
(descubrió las leyes generales de la mecánica y conjeturó la historia de la
estratificación del Valle de Arno) ni su capacidad de adelantarse a su tiempo (Il sole non si move). Lo mismo propuso
que las tierras estuvieron alguna vez cubiertas por las aguas[10] que dudó de la posibilidad “de
un diluvio universal, y en geología tuvo tan pocos escrúpulos para calcular en
términos de cientos de años como los modernos investigadores”.[11] Si bien la mayoría recordamos a Leonardo como artista, no hay que
olvidar que su gusto por la ciencia y la experimentación tuvo consecuencias tan
desastrosas para su arte como con la famosa pintura de la batalla de Anghiari.
La subordinación de los intereses artísticos a intereses científicos llevó a
Pater a decir: “Pero es seguro que en
cierto periodo de su vida había casi cesado de ser un artista”.[12] En fin, que para muchos Leonardo es, en palabras de Merjkowski,
como un hombre que despierta demasiado pronto en la oscuridad, mientras los
demás aún duermen.
)Nos quedaremos con esta imagen del “precursor universal”? Porque a
Leonardo se le han aplicado “tantas
frases admirativas más o menos ampulosas y no siempre justificadas con sólidas
argumentaciones”[13] que es difícil verlo en una
perspectiva correcta y preguntarse por su importancia real en la historia de la
ciencia o de la filosofía. Este afán de
hacerlo precursor de todo llega a extremos absurdos. En el divertido libro Notas
de Cocina de Leonardo da Vinci, se llega a mencionar “sus famosos tratados
sobre los caballos y la arquitectura” (p. 29), a atribuírle la invención de la
“nouvelle cuisine” (p. 37), un
triturador de ajos (p. 39), el tenedor de tres dientes y los espaguetis (p.
86). A partir de un supuesto Codex Romanoff, los autores se divierten
en interpretar los grabados de Leonardo como recetas de cocina, los muros de
una fortificación como pasteles y mazapanes, máquinas voladoras como
mezcladoras de salchichas, las torres como molinillos de pimienta, los famosos
estudios de lunulae como diseños para el plegado de servilletas.[14]
Estudiando
el Manuscrito A, Valéry reconoce en
los famosos pasajes de “El aire está
lleno de infinitas lineas rectas y radiantes colectivamente entrecortadas y entretejidas
sin ocupar la una a la otra...
representando de cualquier objeto la forma verdadera de su causa” (“L'aria
e piena d'infinite linie rette e radiose insieme intersegate e intessute sanza
ochupatione luna dellaltra... rapresantano qualunche obieto la vera forma della
lor chagione”) y de “Así como la piedra
arrojada al agua...” (“Siccome
la pietra gittata nell'acqua...”) la premonición de la teoría ondulatoria de la
luz, pero agrega: “Pero poco me interesan estos tipos de profecías científicas,
siempre sospechosas; demasiada gente
piensa que los antiguos inventaron todo.
Además, una teoría no vale más que por sus desarrollos lógicos y
experimentales”.[15]
Para
nuestra profesión la pregunta interesante será: )era Leonardo filósofo? Imposible
no recordar las palabras de Valéry en Léonard
et les Philosophes: “Mientras que los pintores o los poetas no se disputan
más que el rango, los filósofos se disputan la existencia”;[16] “¿qué hay más notable que la ausencia de su nombre en la lista de
los filósofos reconocidos y agrupados como tales por la tradición?”.[17] Para explicar su ausencia, Valéry aventura tres razones: a) la
falta lamentable de textos acabados y formal mente filosóficos. Un filósofo no
debe ser fragmentario aunque puede llegarnos fragmentado, como aconteció con
Heráclito; dificilmente la comunidad filosófica erige en filosofía una serie de
pensamientos dispersos, así sean brillantes. ()Y el caso Nietzsche, y el caso
Wittgenstein?) b) Ignoramos el orden de
las cuestiones en su espíritu. Por supuesto se podría responder que esa es
precisamente la labor que deben acometer sus exégetas, pero esto nos lleva a la
tercera causa: c) Falta una construcción explícita de sus pensamientos, fácil
de resumir y que permitiera clasificarlo y compararlo con otros sistemas,
problema a problema. Falta en una palabra, la etiqueta “filosofía
vinciana”. 0 falta, tal vez, tal
filosofía. No para dar la respuesta a si era o no filósofo, sino para adelantar
algo en su búsqueda, analicemos algunas parcialidades de su vida intelectual:
sus ideas sobre la naturaleza, sobre el método científico y, especialmente,
sobre las matemáticas.
II. Ogni cosa desidera...
El
rasgo que más llama la atención en las ideas de Leonardo sobre el mundo que le
rodea es una especie de antopología natural, naturaleza antropomórfica. En el
pensamiento medieval la naturaleza es, igual que el hombre, creación de Dios.
Pero también es fundamentalmente diferente; el hombre es precisamente lo no
natural. Ya que la naturaleza no puede sino ser buena, es el hombre, mediante
el pecado, quien introduce el mal en el mundo. El hombre con alma ha hecho que
la naturaleza no sea más un eden. Ha contagiado de su bajeza a lo que le
circunda y su única esperanza es escapar de la materia envilecida. La humillación
del hombre tiene un doble signo: lo separa del mundo pero inficiona a éste.
Frente
a esta concepción medieval, las ideas de Pico de la Mirandola sobre la dignidad
del hombre son subversivas e influyentes. Leonardo ha de contagiarse de la
exaltación del hombre presente en Marsilio Ficino y la Academia Platónica. Y
esta dígnificación renacentista del hombre contagiará al mundo, a la morada del
hombre, dignificándolo. “Has de mostrar en tu tratado que la tierra es una
estrella, como la luna o parecida a ella, y así has de probar la nobleza de
nuestro mundo”[18] escribe Leonardo. Y en este
proyecto de un tratado que jamás llegó a escribirse hay dos palabras que no
debemos leer a la ligera: En primer lugar, la palabra “estrella” no significaba
hace medio milenio lo que hoy. Todo aquello por encima, literalmente, del plano
terrestre participaba de la perfección divina. Una estrella era un ente eterno,
perfecto, de superior naturaleza; mostrar que nuestra morada entraba en tal
clase de cosas no era menguado honor. En segundo lugar la palabra “nuestro”. La
dignificación del mundo y la del ser humano corren parejas en la mente de
Leonardo. De aquí sólo hay un paso a decir que estas dos creaturas de Dios, el
hombre y el mundo, no son en realidad tan distintos.
Frente
a la separación medieval entre naturaleza y humanidad el renacentista Leonardo
sostiene la similitud. “Il mondo maggiore” es similar al “mondo minore”: ambos
se componen de agua, aire y fuego; “entonces podremos decir que la Tierra tiene
alma vegetativa y que su carne es la tierra, sus huesos son las capas de los
agrupamientos de piedras... su sangre son las venas del agua”..[19] Lo que en uno es huesos, sangre, venas, carne, tendones,
miembros, en el otro es rocas, mar, ríos, suelo, tobas, provincias. Los
músculos, nervios y cerebro son como soldados, capitanes y comandante;[20] decir agua o sangre o savia, )qué tan diferente es?[21] Incluso lo que mueve el agua en
sus vemas ramificadas, contra el curso natural de los graves, es la misma
propiedad que mueve los humores en los cuerpos animados.[22] Sabemos que esta idea del mundo como un animal no es original de
Leonardo: nos la encontramos lo mismo en el Timeo
de Platón que en Campanella.[23] La imagen del mundo como cuerpo
humano probablemente le venga a Leonardo del Della Composizione del Mondo (1282) de Ristoro d'Arezzo.[24] Pero la visión antropomórfica
del mundo que Leonardo compartía con sus contemporáneos contiene un elemento
adicional: la teleologia:
La
naturaleza ha puesto delante en el movimiento del hombre, todas aquellas partes
en que, golpeando repetidamente, el hombre haya de sentir dolor; y esto se
siente en las canillas de las piernas y en la frente y en la nariz: y está
hecho para la conservación del hombre, dado que, si tales dolores no estuvieran
dispuestos en esos miembros, con certeza los muchos golpes, en tales miembros
recibidos, habrían de ser causa de su destrucción.
La
naturaleza ha ordenado que el ojo del hombre por sí mismo se cierre, de manera
que, de lo contrario, mirando durante el sueño, no sea herido por alguna cosa.
(La natura ha posto nel moto dell'omo, tutte
quelle parti dinanzi le cuali, percotendo, l'omo abbia a sentire doglia; e
questo si sente nei fusi delle gambe e nella fronte e nel naso: ed è fatto a
conservazione dell'omo, in però che, se tale dolore non fussi preparato in essi
membri, certo le molte percussioni, in tali membra ricevute, sarebbero causa
della lor destruzione.
La natura ha ordinato che l'occhio de l'omo
per se medesino si chiuda, acciò che, non sendo da esso, dormiente guardato,
d'alcuna cosa non sia offeso.)
Tal
visión de la naturaleza providente aún la encontramos hoy día en textos
“científicos” donde se lee que cierto órgano se desarrolló en una especie para
que se pudiera cumplir alguna función necesaria para su supervivencia o
proliferación. Es clara en Leonardo la idea de deseo y voluntad en la
naturaleza.[25] Esta idea antropomórfica‑teleológica de la naturaleza
alcanza para explicar tanto la presencia de algo como su ausencia. Por ejemplo,
para explicar la ausencia en el mundo de algo que correspondiera a los nervios
humanos, Leonardo explica que no le han sido dados porque ellos están
“destinados al movimiento, y el mundo, en su perpetua estabilidad, carece de
movimiento, y donde no hay movimiento los nervios son inutiles”.[26] Si la presencia del dolor en el
hombre revela un designio natural, no pasa menos con plantas y animales:
Si bien la naturaleza ha ordenado el dolor en
las ánimas vegetativas móviles para la conservación de sus miembros, los cuales
con el movimiento se podrían disminuir o gastar, las ánimas vegetativas
inmóviles no tienen obstáculos, de donde que el dolor no es necesario a las
plantas.
(Se la natura ha ordinato la doglia
nell'anime vegetative col moto per conservazione delli strumenti, i quali pel
moto si potrebbono diminuire o guastare; l'anime vegetative senza moto non hanno nè contra se posti
obietti, onde la doglia non è necessaria alle piante.)
El
principio de razón suficiente en Leonardo es un principio de funcionalidad. El
mundo entero es una máquina: entender el por qué de algo es entender su
utilidad. Hoy nos podemos preguntar qué
tan científico es un pensamiento que acepta tales principios de explicación.
Pero tal vez sea incorrecto hacer exigencias metodológicas de este tipo a
finales del siglo XV, cuando la ciencia y su método estaban todavía menos
comprendidos que hoy. Se ha querido ver en Leonardo a un predecesor por un
siglo de Galileo (“en cierto sentido y dentro de ciertos límites, y quizás
exagerando”[27]), y a un anticipador de la
física experimental. Ciertamente no puede esperarse de un precursor aquello que
él sólo anuncia.
Recordemos
el entorno de Leonardo: después de la caída de Constantinopla muchos sabios
griegos llegan a Italia y resurge el interés por los estudios antiguos.
Aparecieron los bandos platónicos y aristotélicos pero no se concedía mayor
importancia a la indagación que hoy llamamos científica, considerada inferior
al ejercicio filosófico. “La Física de
la época no se reducía a otra cosa que anotaciones imprecisas e incompletas, a
observaciones simplemente bosquejadas, y a expresiones no recogidas en un
arreglo consecuente”.
[28] Pareciera una descripción del
propio estilo de Leonardo. Inmerso en una cultura que hoy nos es en gran parte
ajena, sus ideas son una mescolanza de física, espiritualidad y metafísica
antropomórfica:
Digo que la fuerza es una virtud espiritual,
una potencia invisible, la cual por violencia extrema accidental es causada por
el movimiento, y colocada e infusa en los cuerpos, los cuales son por su uso
natural retraídos y plegados, dando a aquellos una vida activa de maravillosa
potencia; constriñe todas las cosas
creadas a mutaciones de forma y de sitio, corre con fura a su deseada muerte, y
se va diversificando de acuerdo a las causas.
La lentitud la aumenta y la presteza la hace débil, nace por violencia y
muere por libertad, y cuanto mayor es, más rápido se consume. Expulsa con furia a lo que se opone a su
destrucción; desea vencer, acabar con
su causa, su oposición y, venciendo, se da fin a sí misma; se hace más potente
donde encuentra mayor oposición.
...Siendo constreñida, constriñe a todo lo demás. Nada se mueve sin ella. El cuerpo en el que nace no crece ni en peso
ni en su forma.[29]
Tratemos
de reproducir el tren de pensamientos de Leonardo. Generalmente se entiende mejor un razonamiento si se empieza por
el final, así es que empezaremos por la conclusión: Ya que la fuerza no aumenta
el peso del cuerpo, no es material y, si no es material, )qué queda sino que sea espiritual?
Y ya que no cambia la forma aunque esté presente, debe ser invisible. Pero aunque el ojo no la capta la mente la
describe. Ahora bien, una potencia espiritual debe actuar con algún propósito
y, ya que parece que una fuerza no se satisface hasta que desaparece, debe
haber un suicida deseo en ella que la dirige y explica sus propiedades.
Las
ideas de Leonardo sobre esta fuerza thanatofílica son complejas. Algunas son
correctas, otras son falsas. Por ejemplo, se equivoca sobre el segundo
principio de la dinámica. Cree que los cuerpos caen más rápidos mientras más
pesados (aunque después dirá que la velocidad es independiente del peso, siendo
más bien proporcional al tiempo). Sobre el tercer principio leemos que “tanto
hace el aire móvil contra una cosa fija como un móvil contra el aire fijo”[30], así como “el agua contra el
agua” (“l'acqua contro l'acqua”) y “el aire contra un pájaro” (“l'aria contro
un uccello”). Ya puestos en este camino
podemos hablar claramente del principio de acción y reacción: “tanta fuerza
hace la cosa contra el aire, como el aire contra la cosa”.[31] Pero, cuidado, antes de que Leonardo nos parezca demasiado
moderno, recordemos que se encuentra embebido en una cultura que entiende a la
fuerza como ímpetu. )Qué es el ímpetu? “Una potencia nacida del movimiento y transmitida
del motor al móvil, el cual móvil estará en movimiento mientras el ímpetu
dure”.[32] De esta concepción tradicional del ímpetu, fuerza que se gasta en
mantener el movimiento, sólo lo salvara su noción primitiva de inercia. Pero
incluso ésta es de raigambre aristotélica: “todos los elementos, cuando están
fuera de su sitio natural, desean volver a él”.[33] De esto se sigue que “ninguna cosa inanimada se mueve
espontaneamente. Su movimiento le viene de uma causa exterior”.[34]
Algunas
de sus ideas sobre el movimiento son ya modernas. Tiene idea de la energía en las máquinas (que él llama fatica) y rechaza la posibilidad del
movimiento perpetuo basado en que “el motor debe ser más potente que el móvil”
(“il motore deve essere più potente del mobile”), comparando a quienes lo
buscan con necios nigromantes[35]. Desgraciadamente, en su concepción de la inercia se entremezclan
por un lado la noción de ímpetu y por otro el antropomorfismo que ya hemos
mencionado. Prueba de lo primero son los pasajes “Cada movimiento cuida de su
mantenimiento, o bien cada cuerpo en movimiento siempre se mueve, mientras dure
en él la impresión de la potencia de su motor”[36] (hablar de esta “reserva” es
una clara concepción aristotélica) y “Cada movimiento seguirá tanto la vía de
su curso en línea recta, cuanto durará en él la naturaleza de la violencia
hecha por su motor”.[37] (Lo de “recta” se explica
porque toda acción natural se realiza por el camino más corto.) Prueba de lo
segundo es que la inercia aparece, bajo la figura del deseo: todo movimiento
natural y continuo desea conservar su curso, por la línea de su principio,[38] y en todo el universo cada cosa
desea mantenerse en su naturaleza; por eso la corriente de agua en movimiento
procura mantener su curso.[39]
De
hecho el uso en este contexto de la palabra “inercia” puede ser confundente.
Cuando Leonardo dice que toda impresión tiende a perpetuarse, es decir, desea
permanecer[40] propone una causalidad en la
naturaleza que poco tiene que ver con la noción actual de la inercia. Leonardo
no precede a Newton sino a Bernardino Telesio. Para éste el impulso natural es
la autoconservación pero esta tendencia se encuentra tanto en animales cono en
la materia inorgánica. La explicación de esto es que la materia inorgánica
carece de vida sólo en sentido restringido, en comparación con la materia
orgánica. Sin embargo tiene movimiento y esto para Telesio es síntoma de vida.
Su idea de que incluso hay una “percepción” en algún grado en todas las cosas,
prefigura la de Leibniz. Y Campanella, bajo la influencia de estas ideas, creyó
que todas las cosas están animadas en algún grado y que nada está desprovisto
de algún grado de percepción y sentido. Vemos ahora qué es lo que Leonardo
verdaderamente prefiguraba: con sus ideas sobre la divinización del hombre y la
humanización de la naturaleza, la época de Leonardo preparó el camino para el
surgimiento de sistemas con nuevas versiones del panteísmo como el de
Spinoza... quien pudo haber firmado la frase de Leonardo: “toda cosa desea
mentenerse en su ser”.[41]
III. Il a la
peinture pour philosophie.[42]
En el
principio fue la pintura. Este oficio, que Leonardo defendió enconadamente,
sobre todo frente a la poesía y la escultura, fue una vocación de excelencia.
En su búsqueda de la fidelidad al modelo “El pintor contiende y compite con la
naturaleza” (“dipintore disputa e gareggia con la natura”). Para pintar la
naturaleza hay que conocerla, hay que descubrir como son las cosas
verdaderamente. Para ser buen pintor hay que tener intereses científicos. “La
mayoría de la gente ven por el intelecto más a menudo que por los ojos. En vez de espacios coloreados, perciben
conceptos”.[43] Aquí encuentro yo el origen del peculiar cariz que tomaban las
investigaciones científicas de Leonardo. Como pintor fue llevado a enfatizar la
primacía de la experiencia sobre cualquier teorización fantasiosa. Como sus
preocupaciones no eran estrictamente las de un “pensador”, la experiencia, lo
visto, se convirtió en la única autoridad. Veamos un ejemplo de esto en su
pintura y después generalizemos a su teoría de la experiencia y el
conocimiento.
Alguna
vez Delacroix llamó al tratado sobre la pintura “una colección de recetas”.[44] El calificativo es injusto pues
en el tratado podemos rastrear como Leonardo es importante en la historia de la
pintura precisamente por su ruptura con los cánones establecidos. Leonardo
cambió la historia de la pintura al adoptar un estilo en sus bosquejos
preparatorios lleno de líneas alternativas (véase, por ejemplo, el estudio para
la Madonna y niño con un gato, del
British Museum). Esto es importante porque permitió reemplazar “los gestos
mecánicos” [45] de la anterior Virgen en su Anunciación, y el estatismo hierático
que aprendió de Verrochio, por la movilidad de la Madonna Benois. La figura humana está viva como nunca antes en la
historia de la pintura. En el tratado sentencia claramente: “Una figura que no
hace gestos vitales se puede decir que está doblemente muerta”.[46] Gracias a que el estudio de los músculos fue un estudio del movimiento,
no de los volúmenes, es que la virgen en el cuadro de Santa Ana es una joven y
no sólo una figura de cera.
El que
en sus pinturas los santos se vuelven seres humanos, )fue efecto de las ideas de Pico
y de Ficino? Es difícil decirlo. Lo que sí creo es que estos detalles señalan
algo que había de rebasar el ámbito de lo puramente pictórico y que si no
entendemos los problemas de Leonardo como pintor no podremos comprender el
origen de sus ideas sobre la ciencia.
“Parecía
que temblase a cada hora, cuando se ponía a pintar, y sin embargo no dio jamás
fin a ninguna cosa empezada, considerando la grandeza del arte, tal que él
hallaba errores en aquelllas cosas que a otros les parecían milagros” nos narra
uno de sus discípulos.[47] Leonardo padece el ansia de la
perfección, un ansia que se niega a sí misma el poder satisfacerse: “Cuando la
obre está al par que el juicio, eso es mal signo respecto a ese juicio; y cuando la obra supera al juicio, esto es
pésimo, como acontece a quien se maravilla de haber trabajado tan bien; y cuando el juicio supera a la obra, esto es
una señal perfecta; y si son jóvenes, con tal disposición, sin duda esto hace
excelentes trabajadores; pero hace creadores de pocas obras” (“Quando l'opera
sia pari col giudizio, quello è triste segno, in quel giudizio; e cuando
l'opera supera il giudizio, questo è pessimo, com'accade a chi si miraviglia
d'aver sì ben overato; e cuando il giudizio supera l'opera, questo è perfetto
segno; e se gli è giovane, in tal disposizione, sanza dubbio questo fia
eccellente operatore; ma fia componitore di poche opere”.)
Efectivamente,
el ansia de perfección nunca satisfecha lo condenó a “poche opere”. Es irónico
que leamos como Leonardo dice de su patrón il
duca: “ninguna obra se concluyó por él” (“nessuna opera si fini per lui”) y
que después leamos a Lomazzo hablar de “el divino da Vinci, de cual sin embargo
no hay obra acabada@ (“i1 Vinci Divo, di cui opera non è finita pure”). Pero también es un
símbolo del tonel de Danaides que es la investigación científica:
Pero su no recompensado deseo de entender
todo cuanto le rodeaba y de sondear con fría reflexión el más profundo secreto
de todo lo perfecto, todo eso ha condenado a las obras de Leonardo a permanecer
por siempre inacabadas.[48]
Uno de sus primeros biógrafos resumió la
situación: “Tuvo invenciones bellísimas, pero no pintó muchas cosas, porque con
nada se satisfacía nunca a sí mismo, y hay pocas cosas suyas, que su tanto
conocer los errores no lo dejó obrar”.[49]
La
tragedia del pintor Leonardo fue que su juicio siempre estuvo por encima de su
obra y fue incapaz de aceptar medias tintas. Pero tal vez esto sea también su
mayor triunfo. Al no concluír obra alguna hay una tensa apertura en todo lo que
toca. Nietzsche escribió: “Se necesitan una fuerza y una movilidad muy
diferentes para mantenerse en un sistema inconcluso, con libres perspectivas
inexploradas, en lugar de hacerlo en un mundo dogmático. Leonardo de Vinci es
superior a Miguel Ángel, y Miguel Angel a Rafael”.[50] Cuando pasemos a estudiar sus
ideas sobre la ciencia, este conocimiento sobre el ansia de perfección del
pintor Leonardo nos permitirá entender su independencia con respecto a los
dogmas y el pasado.
IV. Leonardo vinci disciepolo della
sperientia.[51]
El
interés de Leonardo por lo experimental nace de su actividad como pintor
realista:
Él fue, en una sociedad de literaatos,
“hombre sin letras”. Su genio no fue
formado en la escuela sino en el taller del Verrochio, esto es, en uno de esos
talleres de pintores que eran al mismo tiempo talleres artesanales y escuelas
de técnica... Con los literatos no tiene buena relación, y contra ellos,
nutridos de palabras y no inventores sino repetidores de las obras ajenas, se
jacta de haber tenido como maestra a “la simple y mera experiencia, la cual es
maestra verdadera”.[52]
Igual
que Heráclito, Leonardo confía más en lo que sus ojos le muestran que en lo que
sus oídos reciben de la tradición, al grado de decir que así como los hechos
son superiores a las palabras, la pintura es superior a la poesía.[53] Leonardo es el hombre nuevo, que no da nada por conocido y
conserva la cualidad de thauma que
Platón ensalzaba. Volvemos a la independencia de su espíritu, a no dar nada por
terminado: “Lo moderno en Leonardo,
aquello que lo distingue de todos los filósofos de la antiguedad y del
Cristianismo es su afán de seguir los fenómenos sin considerarlos subordinados
fundamentalmente a lo ya conocido”.[54]
No es
que Leonardo desprecie el saber acumulado. Considera felices a quienes saben
prestar oídos a los muertos,[55] pero desprecia con todo su corazón a los
“recitadores y trompeteros de las operas ajenas” (“recitatori e trombetti delle
altrui opere”). Reconocemos aquí la
respuesta del hombre herido por las críticas de quienes tienen una preparación
libresca mucho más sólida. A tales ataques responde con el orgullo del hombre
práctico: “mis cosas son más para ser tratadas por la experiencia que por
palabras ajenas”.[56] Pero tal respuesta no se queda en el orgullo herido del
autodidacta frente a los intelectuales. En Leonardo se convierte en una lúcida
crítica de la actividad intelectual de su tiempo. “Quien disputa alagando la autoridad, no emplea el ingenio sino
más bien la memoria” (“Chi disputa, allegando l'autorità, non adopra l'ingegno
ma piuttosto la memoria”.) Contemplamos
el surgimiento de un nuevo tipo de indagador de la verdad. Lo que cuenta ya no
es quién ha leído mayor número de libros, sino quién ha visto aquello de lo que
habla: “Huye de los preceptos de esos especuladores cuya razón no está
confirmada por la experiencia”.[57]
El
hombre que aprendió haciendo en la bottega del Verrochio nos dice que la
sabiduría no es hija de las palabras sino de los hechos. “La sabiduría es hija de la experiencia”
(“La sapienza è figliola della sperienza”). Y su postura frente a la pretendida
sabiduría de los vanos especuladores tendrá un rigor crítico extraño en una
época que no por nada lo sospechó herético. Así, por ejemplo, Leonardo niega
que pueda demostrarse qué sean el alma o la vida, porque no son cosas que la
experiencia pueda claramente conocer y probar.[58] Leonardo está incursionando en
epistemología. Ante las abstraccicnes vagas propone una “cognizione integrale” a partir de los sentidos y
enuncia el primer postulado empirista: “Toda nuestra congnición principia por
los sentidos”.[59] Como el Aristóteles del De Ánima, Leonardo sostiene que nadie
puede aprender nada si falta la sensación. “Las cosas mentales que no han
pasado por los sentidos son vanas y ningurna verdad engendran si no dañina, y
puesto que tales discursos nacen de pobreza de ingenio, pobres son siempre
tales discursos” (“Le cose mentali che non sono passate per il senso sono vane
e nulla verità partoriscano se non
dannosa, e perchè tali discorsi nascan da povertà d'ingegno, poveri sono
sempre tali discorsi”.) La experiencia es la madre de toda certidumbre, así que
aquellas pretendidas ciencias que no nacen de ella ni pasan por los sentidos ni
terminan en alguna noción experimental, le parecen a Leonardo vanas y llenas de
errores.[60]
Y todo
esto comenzó con el afán realista del pintor. En varios lugares Leonardo
recomienda al joven pintor que tome al espejo por maestro,[61] es decir, que un buen cuadro
debe ser como si un gran espejo reflejara la realidad.[62] Pero quien debe ser un espejo
es el cuadro, no el pintor. El buen pintor no debe limitarse a reproducir sin
razonar[63] por dos razones: en primer
lugar porque la pintura es un acto de amor y amor y conocimiento no pueden ir
separados. Por un lado “del gran amor viene la gran cognición” (“dal grande amore viene la gran
cognizione”) y por otro “ninguna cosa puede amarse ni odiarse, si primero no
hay cognición de ella” (“nessuna cosa si può amare nè odiare, se prima no si ha
cognition di quella”). No diré más aquí de este aspecto de la ciencia de
Leonardo, “la cual no se distingue de una pasión”.[64] Pasaré a la segunda razón por
la que Leonardo pide el concurso de la razón en la pintura: Leonardo cree que
la buena pintura es una función del buen criterio. Discutible como es esta
tesis, encaja perfectamente en la concepción leonardiana de la relación entre
teoría y acción: “El buen juicio nace del bien entender, y el bien entender
deriva de razones tratadas con buenas reglas, y las buenas reglas son hijas de
la buena experiencia, madre común de todas las ciencias y las artes” (“Il bono
giudizio nasce dal bene intendere, e il bene intendere deriva da ragione tratta
da bone regule, e le bone regole sono figliole della bona sperienza, comune
madre di tutte le scienze e arti”).
Pero en Leonardo hay más aun. Existe una concepción de la naturaleza,
con una legalidad interna, así como una metodología para descubrirla y
describirla:
Pero primero haré algunas experiencias
previas, antes de proceder a otras cosas, porque mi intención es primero alegar
la experiencia y después con la razón demostrar por qué tal experiencia está
constreñida a operar de tal modo. Y
esta es la verdadera regla como deben proceder los investigadores de los
efectos naturales, y aunque la naturaleza comienza en las razones y termina en
la experiencia, nosotros precisamos ir en dirección contraria, esto es
comenzado –como dije más arriba- por la experiencia, y con ella investigar las
razones.[65]
La
experiencia es metodológicamente el principio de nuestro conocimiento, pero
ontológicamente es tan sólo la manifestación de una realidad subyacente a la
que la experiencia se subordina. Existe una necesidad que es tema y maestro,
inventor y regla de la naturaleza.[66] “La naturaleza está contreñida por las razones de su ley que en
ella vive infusa” (“La natura è costretta dalla ragione della sua legge, che in
lei infusamente vive”.) El realismo ontológico de Leonardo es total; en la
naturaleza no existe efecto sin causa, al grado que bastaría comprender la
causa para que no se necesitara experiencia.[67] Pero si bien “la naturaleza está llena de infinitas razones que
nunca estuvieron en la experiencia”,[68] esto es sólo ontológicamente
hablando; epistemológicamente hablando necesitamos de la mediación de la
experiencia si deseamos entrar en contacto con la naturaleza. Por ello Leonardo
proclama a “la experiencia, intérprete entre la artificiosa naturaleza y la
especia humana” (“la esperienza, interprete in fra l'artifiziosa natura e la
umana spezie”) pero enseguida agrega que ésta “nos enseña que lo que esa naturaleza
opera entre los mortales, contreñida por necesidad, no puede obrar de otra
manera que como la razón, su timor, le enseña a obrar” (“ne insegna che ció che
essa natura in fra´ mortali adopra (=opera) da necessità costretta, non
altrimenti oprar si possa che la ragione, suo timone, oprare le insegni”).
A fin
de cuentas estas ideas ontológicas también tendrán sus consecuencias
metodológicas. Si la necesidad es maestra y freno perpetuo de la naturaleza,[69] entonces ésta no puede
quebrantar jamás sus leyes.[70] Leonardo se inclina cada vez más a negar el
milagro. Por ejemplo, si hay fósiles que indican la presencia de peces en
lugares elevados, entonces, por absurdo que parezca a muchos, debe haber habido
mar ahí.[71] O bien, si pensamos en la
leyenda según la cual la tierra fue cubierta alguna vez por un diluvio, ¿a
dónde se fue tal cantidad de agua? No se pudo evaporar y no se pudo escurrir,
así es que antes de aceptar un milagro Leonardo toma el peligroso camino de
negar la Biblia.[72]
La fe
de Leonardo en la experiencia no es una fe ciega, lo cual sería poco digno de
un pintor. Estudió los sentidos y anotó que pueden engañarse, especialmente el
del tacto.[73] Pero en estos casos debemos notar que no se trata de “bona
sperienza”. Los escépticos cometen una injusticia: “injustamente se lamentan
los hombres de la inocente experiencia, acusándola a menudo de demostraciones
falaces y engañosas” (“a torto si lamentano gli uomini della innocente
esperienza, quella spesso accusando di fallaci e di bugiarde demostrazioni”). Pero
si la experiencia no miente, ¿de dónde surge el error? “La experiencia nunca
falla, pero fallan vuestros juicios prometiéndose a partir de ella efectos que
en nuestras experiencias no fueron producidos” (“La sperienza non falla mai, ma
sol fallano i vostri giudizi promettendosi da quella effetti tale che nei
nostri sperimenti causati non sono”). ¿Suena kantiano? Más lo suena en alemán: Denn wahrheit oder Schein sind nicht in
Gegenstande, sofern er angeschaut wird, sondern im Urteile über denselben,
sofern er gedacht wird.[74] He aquí la fuente del error. La
experiencia no engaña pero sí nuestras opiniones sobre ella. “Ninguna cosa hay
que más engañe que fiarse de nuestro juicio, sin más razón; y el máximo engaño
de los hombre está en sus opiniones”.[75]
¿Cómo
precaverse contra el engaño de la opinión? Repitiendo los experimentos. Antes de sacar de un caso aislado una regla
general, se le debe experimentar dos o tres veces, observando si las
experiencias producen los mismos efectos.[76] Tenemos en Leonardo premonicionesde
una metodología inductiva anterior a Bacon y a Galileo.[77] Se ha dicho que “a Leonardo le
pertenece de hecho el gran mérito de haber ideado el método experimental y de
haber proclamado su valor esencial en la ciencia en general, y en las ciencias
naturales en especial”.[78] Excesivo como puede parecernos tal juicio, no es raro. Freud veía
en Leonardo al primer filósofo natural moderno por ser el primero, desde el
período griego, en investigar los secretos de la naturaleza basándose enteramente
en su observación y su propio juicio.[79] Leonardo el autodidacta no sólo
desconfía de las opiniones ajsenas; también desconfía de sus propios juicios
apresurados, como lo atestiguan los trabajos que pasó para repetir sus
disecciones.[80]
Es esta
nueva metodología científica la que explica el inusitado alcance y éxito de sus
investigaciones. De sus extraordinarios estudios anatómicos obtenidos mediante
la disección de cadaveres en S. Maria Nuova en Florencia y después en Milano,
en Pavia y finalmente en Roma no es necesario hablar. Quisiera recordar mejor
sus observaciones sobre la circulación de la linfa en las plantas, el valor de
la exposición a1 sol en relación con el crecimiento de los estratos en el
árbol, sobre lo cual notó que los círculos en las ramas son iguales al número
de años de su vida y que el espesor estaba en relación a1 grado de humedad de
esos años. Incluso llegó a observar cierta curiosa disposición de las hojas
sobre las ramas de las plantas: “siempre la sexta hoja está sobre la primera y
así siguen sucesivamente, si la regla no está impedida” (“sempre la sesta
foglia è sopra la prima e così segue successivamente, se la regola non è
impedita”).
Tal
minuciosidad de Leonardo, que en ocasiones sobrepasa con mucho en exactitud a
la de las antiguas historias naturales, surge por lo menos en parte del énfasis
en la experiencia típico en un pintor realista. Ese énfasis y la curiosidad
insaciable que mantuvo durante toda su vida se reforzaron mutuamente para
producir el famoso enciclopedismo vinciano. Todo este enciclopedismo, todas
estas ideas sobre la naturaleza de la experiencia científica surgieron del
deseo de un pintor de mejorar su arte. El afán vinciano es fundamentar la
práctica concreta en la mejor teoría posible. “Estudia primero la ciencia, y
después sigue la práctica nacida de esa ciencia. Siempre la práctica debe estar edificada sobre la buena teoría”
(“Studia prima la scienza, e poi seguita la pratica nata da essa scienza.
Sempre la pratica debbe esse edificata sopra la bona teorica”). El afán
práctico de Leonardo permite cerrar la brecha entre la especulación en el limbo
y la práctica a rajatabla. Es cierto que “la ciencia es el capitán y la
práctica son los soldados” (“la scienza è il capitano e la pratica sono i
soldati”), pero también es cierto que la ciencia instrumental o de las máquinas
es la más noble y útil de todas.[81] No hay superioridad o
rivalidades entre ciencias puras y ciencias aplicadas, sino simplemente un
sólido círculo unitario: primero experiencia, luego razón,[82] es decir, teoría y de ésta
luego la práctica.[83]
Concluiremos
este ensayo examinando la relación entre experiencia, teoría y práctica en la
más “pura” y abstracta de las ciencias:
las matemáticas.
V. Hostinato Rigore.
Decía
Valéry que el secreto de los genios como Leonardo “es y no puede ser más que en
las relaciones que encuentran, -que fueron forzados a encontrar-, entre cosas
de las que se nos escapa la ley de continuidad”[84] Leonardo necesita una ciencia
capaz de unificar al mundo a través de sus relaciones. En su búsqueda de una
buena teoría que le asegurara éxito en la práctica por haber encontrado las
leyes necesarias que subyacen a la experiencia, Leonardo se encontrará con la
matemática. La matemática abarca todas las cosas en el universo pues al captar
las relaciones de necesidad adquiere tal grado de centralidad que sin ellas
nada puede ser hecho.[85] “Leonardo había exigido a las matemáticas como medio para medir
con precisión las leyes de correlación, para determinar la normalidad y la
frecuencia de los fenómenos naturales”.[86] La universalidad de las leyes
matemáticas no tiene límites: la proporción se encuentra no sólo en el número y
la medida, sino también en los sonidos, pesos, tiempos y lugares y en toda
potencia que existe.[87] Por todo esto encontramos en
Leonardo una de las más bellas frases de la historia por el cambio radical de
percepción de la realidad que significa:
El pájaro es un organismo que obra según leyes matemáticas.[88] Pensar a un ser vivo como un aparato, concebir un objeto como
continente de un orden que lo permea, es el salto que Leonardo requería para
una visión unificada de la naturaleza y, por ende, para una visión crítica de
la naturaleza de la ciencia. Pero antes de pasar adelante, comprendamos mejor
qué es lo que Leonardo entendía por matemáticas.
En el Códice Atlántico Leonardo observa que
todas las instancias de la perspectiva son elucidadas por los cinco términos de
los matemáticos. Y aquí, para nuestra sorpresa no aparecen términos como
“número” o “magnitud”; los cinco términos son el punto, la línea, el ángulo, la
superficie y el sólido. Recordemos que Leonardo “non ha seguito alcuna scuola,
essendo stato un autodidatta per eccellenza”.[89] Su conocimiento de matemáticas
es el que ha ido necesitando para su trabajo como pintor. Así, por ejemplo, la
idea de los cinco términos fue escrita a fines de los ochenta bajo
la influencia de la Perspeitiva
Communis de Pecham. Su formación matemática mejoró notablemente gracias a
su convivencia con Luca Pacioli, primero en Milán de 1496 a 1499 y después en
Florencia. Para el De Divina Proportione
de Pacioli Leonardo dibujó los cinco sólidos platónicos (tetraedro, hexaedro,
octaedro, dodecaedro e icosaedro). Gracias a esta amistad Leonardo estudió
desde 1497 los Elementos de Euclides.
También leyó los Ludi Geometrici de
Leon Battista Alberti (a quien cita sobre todo para criticarlo) los cuales
tratan de aplicaciones prácticas de mecánica y geometría, así como a Arquímides
y a Herón. Entre l500 y 1506, basándose en el De Expetendis de Valla, trabajó sobre proporcionales medios y sobre
lúnulas, nada extraño en un pintor preocupado por problemas de proporción y
composición.[90] Los temas que encontramos en el
“De Ludo Geometrico”[91] son: lunule, quadratura di figure limitate da archi di cerchio, trasformazioni
di solidi (estas transformaciones son, para mi gusto, los trabajos más
interesantes de Leonardo), strumenti
matematici (de los cuales diseñó algunos notables) y centri di gravità. Sobre este último punto bastarán un par de citas
para dar idea de su dominio sobre la materia:
el centro de gravedad de toda pirámide está
en el cuarto del eje de tal pirámide, y si dividimos el eje en cuatro iguales e
intersectamos de dos en dos el eje de tal pirámide, tales intersecciones
vendrán a estar en el punto antes dicho.
El centro de gravedad de todo espacio tabular (se refiere a un trapecio
isóceles) cae sobre la línea recta que lo divide en dos partes iguales dos de
sus lados son equidistantes.[92]
Con
todos estos datos se empieza a delinear qué es lo que Leonardo tenía en mente
cuando hablaba de la matemática. El énfasis es primordialmente sobre los
estudios geométricos. Su preparación como pintor lo capacitaba mejor para
tratar de asuntos geométricos que de otras disciplinas matemáticas en las que
no había sido adiestrado. Como dice Kemp, “nunca estuvo completamente a gusto
con los cálculos aritméticos, como sus errores frecuentes y lagunas
atestiguan. Sus abilidades naturales
estaban mucho mejor adaptadas a la geometría”.[93] Su debilidad en álgebra también
es evidente:
No parece que Leonardo se haya ocupado
demasiado del álgebra, en el sentido moderno de la palabra; y si a veces se encontró frente a algunos
problemas sobre la resistencia de materiales y sobre fricción, problemas muy
fáciles de resolver mediante ecuaciones de primer grado, llegó a la solución de
ellos por otra vía, no algebraica, incluso si a veces desemboca en resultados
erroneos.[94]
La
razón de estas parcialidades se encuentra nuevamente en el hecho de tener a un
pintor haciendo matemática. Los estudios natemáticos son motivados los
problemas de perspectiva. Ahora bien, como indicamos en la primera sección, los
intereses de Leonardo se extendían hacia gran cantidad de artes aplicadas.
Construír puentes, desviar ríos, diseñar bombardas, inspeccionar fortificaciones,
son actividades con una cosa en común: problemas de mécanica. Y tales problemas
en una época con un pobre desarrollo del cálculo y un hombre preponderantemente
visual tomaron inevitablemente un cariz geométrico. “Las verdaderas investigaciones
de Leonardo son casi exclusivamente geométricas”. [95]
Agregemos
que los fines eminentemente prácticos de Leonarde marcan su concepción de las
matemáticas. Su conocida frase sobre “el paraíso de las matemáticas” es sólo un
reflejo de esto. No hay duda de que Leonardo hizo de la matemática “un uso
irregular, ocasional e intuitivo”.[96] La tensión entre los fines
concretos y la abstracción matemática no podía dejar de surgir. Si bien las
matemáticas son infalibles para Leonardo, [97] no siempre pueden corresponder
con la realidad.[98] Un ejemplo es el hecho de que
lo actualmente divisible lo es también en potencia, pero que no todas las
cantidades que son divisibles en potencia lo son también en acto.[99] La realidad física y la
realidad matemática se separan en estos puntos cruciales de la aplicación.
“¿Cómo describir el gozo vinciano de temas como la perspectiva, en los que la
luz se adorna gloriosamente con las flores de la matemática y más aun de la
física?”[100] En estos temas la tensión entre
lo abstracto y lo concreto se reconcilia.
Leonardo se ocupó, es cierto, de problemas aparentemente poco prácticos,
como la cuadratura del círculo, la regla de cálculo o el problema de Alhazen,
pero su interés siempre tuvo un transfondo de aplicación a instancias concretas
de tales problemas. A tal grado es esto
así que el principal valor que da a la matemática son sus resultados: para
Leonardo “la matemática era in intrumento: se podían emplear métodos
intuitivos, experimentales, aproximaciones atrevidas, todo lo que se quisiera”.[101]
Tal es
el primer aspecto de la matemática vinciana: “una concepción casi
exclusivamente aplicativa de las ciencias matemáticas”.[102] Elaboración de éste es el
segundo aspecto, ya mencionado, de la inmanencia y universalidad de las leyes
matemáticas. El tercero, que abreva sobre todo en la idea de una legalidad
inherente a la naturaleza, es el del criterio matemático de aceptabilidad para
las ciencias.
Pico
della Mirandola afirmó alguna vez que “las matemáticas no son ciencia de
verdad” (“mathematicae non sunt verae scientiae”). Nada podría estar más
alejado del pensamiento vinciano. Habíamos visto como el recurso a la
experiencia era para Leonardo un requisito necesario para una ciencia. “La sabiduría es hija de la
experiencia” (“La sapienza è figliola
dell'esperienza”). Pero no es una condición suficiente. Para Leonardo ninguna
investigación humana puede llamarse verdadera ciencia si no pasa por la
demostración matemática. [103] Esto significa que allí donde no pueda ser aplicada alguna de las
ciencias matemáticas o de las que están unidas a ella, ninguna certeza puede
existir.[104] El requisito matemático se une al requisito empírico como
criterios de validez científica. “La
verdadera ciencia es sólo aquella que pasa por las demostraciones matemáticas y
todo cuanto no pasa por la experiencia es falaz” (“La scienza vera è solo
quella che passa per le dimostrazioni matematiche, e fallace è tuto quanto no
passa per l´esperienza”). La definición
de las ciencias verdaderas, será entonces la siguiente:
Las
verdaderas ciencias son aquellas que la experiencia ha hecho penetrar por los
sentidos y silenciado la lengua de los litigantes, y que no alimenta con sueños
a sus investigadores, sino que siempre procede ordenadamente a partir de los
primeros principios verdaderos y conocidos, y con verdadera ilación hasta el
final, como se ve en las matemáticas básicas, es decir, el estudio del número y
la medida, llamado aritmética y geometría, que tratan con suma verdad de la
cantidad continua y discontinua.
Ninguna investigación humana puede llamarse verdadera ciencia si no pasa
por las demostraciones matemáticas; y si tu dijeras que contienen verdad las
ciencias que principian y terminan en la mente, esto no se concede, sino que se
niega por muchas razones, y en primer lugar porque en tales discursos mentales
no interviene la experiencia, sin la cual nada produce certeza.[105]
Nessuna
umana investigazione si può dimandare
vera scienza, s´essa non passa per le matematiche dimostrazioni; e se tu dirai
che le scienzie che principiano e finiscono nella mente abbiano verità, questo
non si concede, ma si nega per molte ragioni, e prima, che in tali discorsi
mentali non accade esperienza, senza la quale nulla dà di sè certezza.
La gran ventaja de este nuevo criterio de
validez científica es que, a diferencia de la experiencia, no es un fenómeno
superficial al cual subyacen las leyes de la naturaleza sino que son esas leyes
mismas las que constituyen el criterio. De esto mismo nace una segunda ventaja,
a saber que el peligro de engaño se desvanece: “quien censura la suma certeza
de las matemáticas se nutre de confusiones y jamás pondrá silencio a las
contradicciones de las ciencias sofísticas, con las cuales se aprende un eterno
barullo”.[106]
Ante quienes dudaban de las matemáticas pero
confiaban en milagros Leonardo es muy poco tolerante. Se burla de quienes
desprecian las ciencias matemáticas, que
contienen la verdadera noción de las cosas que se habla, y recurren a
los milagros pretendiendo saber cosas que escapan a la capacidad de la mente
humana y no pueden demostrarse con ningún ejemplo natural.[107]
El paralelismo con Kant que notamos al hablar
sobre el origen del error resurge en dos puntos más: si bien el hecho de que
todo conocimiento comience en la experiencia no impide que no todo conocimiento
esté contenido en la experiencia, tampoco podemcs aspirar a conocimientos que
excedan la capacidad humana, es decir, que no puedan “experimentarse”. El
paralelismo con Kant no va mucho más lejos pero esto es suficiente. En ambos
hay un fuerte desconten to con respecto a los charlatanes que afirman tener un
conocimiento dogmático que rebasa la experiencia. En una época en que la astrología era una crencia común,[108] Leonardo condena a la
“negromanzia, l´alchimia e l´astrología giudiziale (para distinguirla de la
astronomía o astrología matemática)”.
Con esta condena se anuncia una nueva época en la civilización
ocidental, caracterizada por un nuevo conjunto de criterios de cientificidad.
Es una época que puede decir con orgullo a todas las demás:
que no me lea quien no sea matemático, porque
yo lo soy siempre en mis principios.[109]
VI.
Conclusiones.
¿Cuál
es el valor del pensamiento de Leonardo?
Hemos visto los defectos de su filosofía de la naturaleza:
antropomorfismo, teleología y aristotelismo. Sus ideas son pobres, poco
originales y equivocadas. No es este aspecto de su pensamiento el que mayor
gloria le promete. Si algún interés tiene Leonardo para 1a filosofía será en
otro lugar donde lo encontremos.
Su
filosofía de la ciencia es más interesante. Gracias en parte a su realismo en
pintura, su método de conocer antes de reproducir y su afán perfeccionista,
Leonardo derivó a un ataque frontal al dogmatismo y a la reinvindicación de la
experiencia y la práctica frente a la cultura libresca. Es provechosa la
lectura de Leonardo para refrescar la armoniosa y clara distinción entre un
realismo que acepta la existencia de una legalidad ontológica, y la exigencia
de un empirismo metodológico.
La
importancia de Leonardo se extiende tanto como la de sus ideas sobre los
criterios de cientificidad. Las concepciones ingenuas y parciales de Leonardo
sobre el poder de las matemáticas son sólo el principio de una cultura que aún
vivimos. En el albor del siglo XVI vemos la gestación de una nueva forma de
concebir al saber humano. Y en este punto, podemos decir que Leonardo ha
encontrado un sitio en la historia de las ideas.
[1] Le gens universels ne veulent point d´enseigne... On ne les devine
point.
[2] “con la destra torceva un ferro d´una campanella di muraglia ed
un ferro di cavallo como se fusse piombo”. Giorgio Vasari, “Lionardo Da Vinci:
Pittore e Scultore Fiorentino”, en Le
Vite dei più Celebri Pittori, Scultori e Architetti. Fratelli Melita Editori, vol. II, 1988, p.
25.
[3] El famoso architronito,
precursor del cañón de vapor de Winans durante la Guerra de Secesión de E. U.
(Cf. Maria Luisa Rizzati, Leonardo,
Barcelona, Ed. Marín, 1978, pp. 106-7.)
[4] Véase Karl Jaspers, Leonardo
como filósofo, B. A., Ed. Sur, 1956, p. 89.
[5] Vida de Leonardo de Vinci.
Citado en André Malraux (ed.), Leonardo
de Vinci, París, Gallimard‑Emecé, 1953, p. 128.
[6] Frederick Copleston, A History of Philosophy, vol. 3, parte 2, U.S.A., Image Books, 1963, p. 90.
[7] Véase también el fragmento 256 en Leonardo Da Vinci, Aforismos, Madrid, Espasa‑Calpe, 19653. (Estos fragmentos serán citados de ahora en adelante como “fr. “ solamente.)
[8] Sigmund Freud, Leonardo da Vinci; A Study in Psychosexuality, (trad. de A. A. Brill), N.Y., Random House, 1947, p. 29.
[9] Freud, op. cit., p. 31.
[10] Sobre esto, véase el fr.
22.
[11] Freud, op. cit., p. 104.
En estos juicios Freud no está
solo; se ha dicho que “Leonardo da Vinci è il precursore della moderna
geologia” (Giuseppe de Lorenzo, Leonardo Da Vinci e la geologia, Bologna, Pubblicazioni dello Istituto Di Studi
Vinciani in Roma, 1920, p. 1.).
[12] “But it is certain that at one period of his life he had almost ceased to be an artist”. W. Pater, The Renaissance, The Macmillan Co. 1910, p. 107.
[13] “tante frasi ammirative piú o meno roboanti e non sempre
giustificate con solide argomentazioni”. Bruno Borghi, “A cinquecento anni
dalla nascita di Leonardo”, en Leonardo: in occasione de quinto centenario della
nascita (en adelante: L). Firenze, Marzocco, 1952, p. 10.
[14] Madrid: 1996. Traducción por Marta Heras de Leonardo´s Kitchen Note Books. Leonardo da Vinci´s Notes on Cookery and Table Etiquette, Shelagh Marvin Routh y Jonathan Routh, 1987.
[15] “Mais je ne tiens guère a
ces sortes de prophéties scientifiques, toujours suspectes; trop de gens
pensent que les anciens avaient tout inventé. Du reste, une théorie ne vaut que par ses
développments logiques et expérimentaux”.
Paul Valéry, Introduction a la
methode de Leonard de Vinci,
Gallimard, 1957, p. 54.
[16] “Tandis que les peintres ou les poètes ne se disputent que le rang, les philosophes se disputent l'existence”. Valéry, op. cit., p. 103.
[17] “quoi de plus remarquable que l'absence de son nom sur la table des philosophes reconnus et groupés comme tels par la tradition?” Ib., p. 120.
[18] Fr. 212.
[19] “adunque potremo dire la Terra avere anima vegetativa e che la
sua carne sia la terra, le sue ossa sieno li ordini delle collegaziosi de
sassi... il sui sangue sone le vene delle acque”. Frs. 30, 213 y 282.
[20] Frs. 43 y 47.
[21] Fr. 249.
[22] Fr. 255.
[23] Tomaso Campanella, La
Ciudad del Sol, en Utopías del
Renacimiento, México, FCE, 1980, p. 192.
[24] Esta es la opinión de Martin Kemp en Leonardo Da Vinci: The Marvellous Works of nature and Man,
Cambridge, Harvard U. P., 1981, pp. 104 y 119.
[25] Fr. 202.
[26] Fr. 30.
[28] “La Fisica dell'epoca non si riduceva ad altro che ad annotazioni
imprecise o incomplete, ad osservazioni semplicemente accenate, e ad
espressioni non raccolte in coordinazione conseguente”. Ib.
[29] Forza, dico essere una virtù spirituale, una potenzia invisibile,
la quale per accidentale estrema violenza è causata dal moto, è collocata e
infusa nei corpi, i quali sono dal naturale suo uso retratte e piegate dando a
quelli una vita attiva di meravigliosa potenzia; costrigne tutte le cose create
a mutazione di forma e di sito, corre con furia alla sua desiderata morte, e
vassi diversificando mediante le cagioni. Tardità la fa grande e prestezza la
fa debole, nascie per violenza e more per libertà e quanto è maggiore più
presto si consuma. Scaccia con furia chi si oppone a sua disfatione; desidera
vinciere, occidere la sua cagione, il suo contrasto, e vincendo, se stessa
occide; fassi più potente dove truova maggior contrasto. ...Essendo costretta, ogni cosa costrignie.
Nessuna cosa sanza lei si muove. Il corpo dove nascie non crescie nè in peso,
nè in forma. Ms. A. 34 v.
[30] “tanto fa l'aria mobile contro una cosa ferma, quanto un mobile
contro l'aria ferma”. Fr. 261.
[31] “tanta forza si fa con la cosa in contro l'aria, quanto l'aria
contro alla cosa”. Cod. Atl. 381 va.
[32] Fr. l28.
[33] Fr. 195.
[34] Fr. 756.
[35] Fr. 304.
[37] “Ogni moto seguiterà tanto la via del suo corso per retta linea,
quanto durerà in esso la natura della violenza fatta dal suo motore”. Frs. 1 y 165.
[38] Fr. 164.
[39] Fr. 195.
[40] Frs. 170 y 295.
[41] “ogni cosa desidera mantenersi in suo essere”. Fr. 193. Spinoza escribió: “Una quaeque res,
quantum in se est, in suo esse perseverare conatur”, Ethices, Pars III, Propositio VI.
[42] Valéry, op. cit., pag. 129.
[43] “La plupart de gens y voient par l'intellect bien plus souvent
que par les yeux. Au lieu d'espaces colorés, ils prennent connaissance de
concepts.”Id., p. 22.
[44] Etudes esthétiques: de l´enseignement du dessin (1850).
[45] “the mechanical gestures”. Kemp, op. cit., pag. 57.
[46] Leonardo da Vinci's Advice to Artists, Emery Kelen (ed.), N.Y., Thomas Nelson, 1974, p. 86.
[47] “Pareva che ad ogni ora tremasse, cuando si poneva a dipingere, e
però non diede mai fine ad alcuna cosa cominciata, consiaerando la grandezza
dell'arte, tal che egli scorgeva errori in quelle cose, que ad altri parevano
miracoli”. Cf. E. Solmi, “La
resurrezione dell'opera di Leonardo” en Leonardo
da Vinci; Conferenze Fiorentine, Milán, 1910, p. 12.
[48] E. Solmi Leonardo da Vinci,
p. 193.
[49] “Ebbe invenzioni bellissime, ma non colorì molte cose, perchè mai
in niente satisfeci a sè medesimo e però ci sono poche cose di suo, que il suo
tanto cognoscere gli errori non lo lasciò fare”. El anónimo Gaddiano.
[50] Friedrich Nietzsche, Unveröffentliches aus den Umwertungszeit, 1882, 1888.
[51] Códice Atlántico, f.
191, r.a.
[52] Egli fu, in una società di letterati, “omo sanza lettere”. Il suo genio non si era formato nella scuola,
ma nella bottega del Verrochio, cioè in una di quelle botteghe di pittori, che
erano nel medesimo tempo botteghe artigiani e scuole di tecnica... Con i
letterati non ha buon sangue, e contro di loro, nutriti di parole e non
inventori ma ripetitori delle opere altrui, si vanta d'avere avuto como maestra
“la semplice e mera esperienza, la quale è maestra vera”. Italiano Marchetti, “Leonardo favolista”, en
L, p. 98.
[53] Fr. 410.
[54] Jaspers, op. cit., p. 65.
[55] Fr. 128. 55 Fr. 124. 56 Fr. 146. 57 Fr. 50. 58 Fr. 147.
[56] “le mie cose son più da esser tratte dalla sperientia che d'altrui parola”. Fr. 124. 56 Fr. 146. 57 Fr. 50. 58 Fr. 147.
[57] “Fuggi i precetti di quelli speculatori che le loro ragioni non sono confermate dall'esperienza”. Fr. 146. 57 Fr. 50. 58 Fr. 147.
[58] Fr. 50. 58 Fr. 147.
[59] “Ogni nostra cognizione principia dai sentimenti”. Fr. 147.
[61] Frs. 428, 429 y 430.
[62] Fr. 431.
[63] Fr. 758.
[64] “laquelle ne se distingue pas d'une pasion”. Valéry, op. cit., p. 12.
[65] Ma prima farò alcuna esperienza avanti, ch'io piu oltre proceda,
perchè mia intenzione, è allegare prima l´esperienza e poi colla ragione
dimostrare, perchè tale esperienza è costretta in tal modo ad operare. E questa
è la vera regola, come li speculatori delli effetti naturali hanno a procedere,
e ancora che la natura cominci dalla ragione e termini nella sperienza, a noi
bisogna seguitare in contrario, cioè cominciando ‑come di sopra dissi‑
dalla sperienza, e con quella investigare la ragione. Manoscritti E, foglio
55 r.
[66] Forster III, 43 v.
[67] Códice Atlántico 147 va.
[68] “la natura è piena d'infinite ragioni che non furono mai in isperientia”. Manoscritti I, 18 r.
[69] Fr. 200.
[70] Fr. 761.
[71] Frs. 236 a 242.
[72] Fr.
243.
[73] Frs.
35, 36 y 295.
[74] “Así pues, la verdad o la apariencia no están en los objetos, en tanto que los contemplamos, sino en el juicio sobre estos, en tanto que son pensados.” Immanuel Kant, Kritik der reinen Vernunft, B350.
[75] “Nessuna cosa è che più c'inganni che fidarsi del nostro
giudizio, senz'altra ragione; e il massimo inganno delli omini è nelle loro
opinioni”. Fr. 753.
[76] Frs. 187 y 189.
[77] Fedele Fedeli, “Leonardo e il metodo sperimentale”, en L, p. 15.
[78] “a Leonardo spetta infatti il grande vanto di aver ideato il
metodo sperimentale e di averne proclamato il valore essenziale nella scienza
in genere e nelle scienze naturali in specie”.
Ib., p. 14.
[79] Freud, op. cit., p. 102.
[80] Fr. 278.
[81] Fr. 180.
[82] Fr. 144.
[83] Fr. 143.
[84] “est et ne peut être que dans les ralations qu'ils trouverent, ‑qu'ils furent forcés de trouver‑, entre des choses dont nous échappe la loi de continuité”. Valéry, op. cit., p. 17.
[85] Madrid II, 62 br y 67
r.
[86] “Alle matematiche Leonardo abbia chiesto come mezzo per misurare
con precisione le leggi di correlazione, atte a determinare la normalità e la
frecuenza dei fenomeni naturali”. Borghi,
op. cit., p. 11.
[87] Manoscritti K, 49 r.
[88] Fr. 250.
[89] Giuseppe Pani, “Leonardo matemático”, en L, p. 31.
[90] Sobre esto, cf. Forster I.
[91] Códice Atlántico, y en
Arund.
[92] il centro di ogni gravità piramidale è nel quarto del suo assis
di tal piramide, e se dividasi l'assis per quattro equali e intersegherai due a
due li assis di tal piramide, tale intersegazione verrà nel predetto
punto. D'ogni spazio mensolare il
centro della sua gravità e nella linea che lo divide in due parti equali quando
due de'sua lati sono equidistanti. Códice Atlántico f. 51.
[93] “he was never fully at home with arithmetical calculation, as his frecuent errors and incompletions testify. His natural abilities were far better suited to geometry”. Kemp, op. cit., p. 248.
[94] Leonardo non sembra si sia occupa eccesivamente di algebra, nel
senso moderno della parola; e se talvolta si trovò di fronte alla risoluzione
di alcuni problemi sulla resistenza dei materiali e sull'attrito, problemi
molto fascili a risolversi mediante equazioni di primo grado, giunse alla
risoluzione di essi per altra via, non algebrica, anche se qualche volta pervenne
a risolta errati. Pani, op. cit., p 32.
[95] “Le vere ricerche di Leonardo sono cuasi esclusivamente
geometriche”. Ib., p. 33.
[96] “un uso saltuario occasionale e intuitivo”. Passi, op. cit., 36.
[97] Véase Urbino 19 v.
[98] Códice Atlántico, 93
vb.
[99] Fr. 754.
[100] Fr. 185.
[101] “la mathématique était un outìl: on pouvait employer des
méthodes intuitives, expérimentales, des approximations osées, tout ce que l'on
voulait”. Léonard de Vinci et L´experience Scientifique Au XVIe Siècle. Colloques Internationaux du Centre National
de la Recherche Scientifique. Presses
Universitaires de France, Paris, 1953.
[102] Umberto Cisotti, “La Matemática Vinciana”, en Leonardo Da Vinci, Barcelona, Ed. Teide, 1967, p. 201.
[103] Fr. 172.
[104] Fr. 176.
[105] Le vere scienzie sono quelle
che l´esperienza ha fatto penetrare per li sensi e posto silenzio alla lingua
dei litiganti e che non pace di sogno i suoi investigatori, ma sempre sopra li
primi veri e noti principi procede successivamente, e con vere seguentze insino
al fine, como si dinota nelle prime matematiche, cioè numero e misura dette
aritmetica e geometria, che trattano con somma verità della quantità
discontinua e continua. Fr. 140.
[106] “chi biasina la somma certezze delle matematiche si pasce di
confusione e mai porrà silenzio alle contradizioni delle sofistiche scienze,
con le cuali s'impara un eterno gridore”.
Borghi, op. cit., p. 11.
[107] Fr. 125.
[108] Por ejemplo, Giorgio Vasari, en el mismo libro en que ofrece la
biografía de Leonardo, da como razón del talento “la benignidad de las
estrellas y la proporcionada mezcla de los humores” (“la benignità delle stelle
e la proporzionata mistione degli umori”).
Giorgio Vasari, “Michelangnolo Buonarroti”, en op. cit., p. 277. Traducido
en “Miguel Ángel Buonarrotti”, en Alejandro Herrera (ed.), Antología del Renacimiento a la Ilustración, México, UNAM, 1972, p.
42.
[109] Fr. 4.