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Das wird jedermann anerkennen, (Q.V.) der irgendeinen Fall von Evidenz sich zu wirklich schauender Gegebenheit gebracht und mit einem Fall 25von Nichtevidenz desselben Urteilsinhaltes verglichen hat. Man merkt dann sogleich, daß die stillschweigende Voraussetzung der gefühlvollen{40} Evidenztheorie, nämlich daß ein dem übrigen psychologischen Wesen nach gleiches Urteilen einmal gefühlsmäßig gefärbt und das andere Mal ungefärbt sei, grundirrig ist, daß vielmehr30 eine gleiche Oberschicht, die des gleichen Aussagens als bloßen bedeutungsmäßigen Ausdrückens, das eine Mal Schritt für Schritt angepaßt ist einer "klar einsehenden" Sachverhaltsintuition, während das andere Mal als Unterschicht ein ganz anderes Phänomen, ein nicht intuitives, evtl. ganz verworrenes[47] und ungegliedertes Sachverhaltsbewußtsein fungiert. Mit demselben Rechte könnte man also in der Erfahrungssphäre den Unterschied zwischen dem klaren und getreuen Wahrnehmungsurteil und einem beliebigen vagen Urteil desselben Sachverhalts5 bloß dahin fassen, daß das erstere mit einem "Klarheitsgefühl" begabt sei, das andere nicht.
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Es lo que reconocerá (Q.V.) todo aquel que haya hecho que se le dé en forma realmente intuitiva un caso cualquiera de evidencia y lo haya comparado con un caso de no evidencia del mismo juicio. En seguida se nota que el tácito supuesto de la teoría emocional de la evidencia, a saber, que un juicio, igual en todo lo demás de su esencia psicológica, una de las veces tiene una coloración afectiva y la otra vez no la tiene, es radicalmente erróneo; por el contrario, una misma capa superior, la de una misma proposición, como mera expresión significativa, una de las veces se ajusta paso por paso a una /54/intuición de la relación objeto del juicio que "ve ésta con clara intuición intelectual", mientras que la otra vez funciona como capa inferior un fenómeno enteramente distinto, una conciencia no intuitiva, y, en casos, totalmente [47]confusa y enmarañada, de la relación. Con el mismo derecho se pudiera también concebir en la esfera empírica la distinción entre el juicio de percepción claro y fiel y un juicio caprichoso y vago sobre la misma relación, diciendo que el primero va acompañado de un "sentimiento de claridad" y el otro no.