I2 (19) - Hua IV 90

15Gehen wir nun zur Erforschung des Wesens der Seele über, der Menschen- oder Tierseele, wie sie in der Verknüpfung mit dem materiellen Leibe Objekt naturwissenschaftlicher Forschung ist. Wir wollen uns auch hier, wie es eine streng phänomenologische Methode fordert, an das halten, was uns originäre Erfahrung20 lehrt. Alle vage Erfahrungskunde, alle der Erfahrung entsprungenen, aber in sich verworrenen, ungeklärten Interpretationen des seelisch Gegebenen, mögen sie sich berichtigen lassen oder als unzulässig und widerspruchsvoll ausweisen, lassen wir beiseite, alles Wissen im niedern oder höhern Sinn, von dem wir 25vielmehr als einer mittelbaren Erkenntnisfunktion zurückgeführt werden und uns zurückführen lassen eben auf diese schlichten Erfahrungen. Somit halten wir uns auch alle in der psychologischen Wissenschaft herrschenden Überzeugungen fern, ohne übrigens über ihr Recht zu streiten. Was wir suchen, liegt nicht 30im Verfolg des theoretischen, mittelbaren Denkens, sondern in seinem Anfang; wir suchen seine ursprünglichsten Voraussetzungen.[91] Den Sinn von Seele, den uns die vollkommene Intuition vom Seelischen vorschreibt, kann keine Theorie umstürzen. Er zeichnet aller theoretischen Forschung eine absolut bindende Regel vor. Jede Abweichung von ihm ergibt Widersinn. 5Das ist ja aus ganz allgemeinen Gründen einleuchtend. Rechtmäßige Theorie kann nichts anderes leisten als in mittelbarem Denken prädikativ zu bestimmen, was zunächst originär gebende Anschauung (in unserem Falle Erfahrung) in schlichter Weise als Seiendes und dabei als Seiendes eines bestimmten "Inhalts" 10oder Sinns gesetzt hat. Also kann, was die "Ursprungsanalyse" als den originären Sinn des Gegenstandes aus der originären Anschauung heraus geschöpft hat, durch keine Theorie aufgehoben werden. Er ist die vorauszusetzende Norm, an die alle mögliche theoretische Erkenntnis vernunftgemäß gebunden ist. Damit 15bezeichnet sich eine allgemeine Regel der grundlegenden Klärung wie für alle regionalen Begriffe --- also alle das Gegenstandsgebiet einer regionalen Ontologie (und damit aller besondern und empirischen Disziplinen der betreffenden regionalen Sphäre) umsteckenden --- so für den Begriff der Seele. Es gilt also, den 20echten Begriff vom Seelischen "aus der Erfahrung zu schöpfen". Natürlich besagt das aber hier wie sonst in der Phänomenologie nicht, geradehin aktuelle Erfahrungen vollziehen, also empirisch vorgehen, als ob die empirische Thesis, die sich an die zufälligen Fakta bindet, irgend in Frage käme. Es gilt vielmehr, in der 25Wesensintuition das Wesen von Erfahrenem überhaupt und als solchem zu erwägen, so wie es in einem beliebigen, sei es wirklich oder imaginativ vollzogenen Erfahren (in einem Sich-in-ein-mögliches-Erfahrenhineinfingieren) sich expliziert [Fussnote: 1) Vgl. S. 35.], um dann in der Entfaltung der 30in solchem Erfahren wesensmäßig liegenden Intentionen den Sinn des Erfahrenen als solchen --- der betreffenden Gattung regionaler Gegenständlichkeiten --- schauend zu erfassen und ihm in strenger Analyse und Deskription Ausdruck zu geben.
I2 (19) 125 - Hua IV 90

Pasemos ahora a la exploración de la esencia del alma, del alma humana o animal, tal como es objeto de investigación científico-natural en su vinculación con el cuerpo material. También aquí queremos atenernos, como lo exige un método rigurosamente fenomenológico, a lo que nos enseñe la experiencia originaria. Dejamos de lado toda vaga noción empírica, todas las interpretaciones no aclaradas de lo anímicamente dado que proceden de la experiencia pero que en sí son confusas, así admitan ser rectificadas o se compruebe que son inadmisibles y llenas de contradicciones; todo saber, en sentido bajo o elevado, desde el cual más bien, como desde una función de conocimiento mediata, nos vemos remontados ---y nos hacemos remontar--- precisamente a estas experiencias simples. Por tanto, también rehuimos todas las convicciones predominantes en la ciencia psicológica, sin disputar por lo demás acerca de sus derechos. Lo que buscamos no radica en la prosecución del pensamiento teórico, mediato, sino en su comienzo; buscamos sus más primigenias [91]presuposiciones. Ninguna teoría puede derribar el sentido del alma que nos prescribe la perfecta intuición de lo anímico. Este sentido traza una regla absolutamente obligatoria para toda investigación teórica. Toda desviación de la misma desemboca en el contrasentido. Esto resulta patente, en efecto, por razones enteramente generales. Una teoría legítima no puede lograr nada más que determinar predicativamente, en el pensar mediato, lo que la intuición que da originariamente (en /126/nuestro caso la experiencia) ha puesto al principio de manera simple como ente y, además, como ente de un determinado "contenido" o sentido. Así pues, lo que el "análisis primigenio" ha extraído de la intuición originaria como sentido originario del objeto, no puede ser suprimido por ninguna teoría. Este sentido es la norma que hay que presuponer, a la cual está sujeto racionalmente todo conocimiento teórico posible. Con ello se indica una regla general de aclaración fundamental para todos los conceptos regionales ---o sea, todos los conceptos que circunscriben la región objetiva de una ontología regional (y por tanto de todas las disciplinas particulares y empíricas de la esfera regional respectiva)--- y, en consecuencia, para el concepto del alma. Se trata, pues, de "extraer de la experiencia" el concepto genuino de lo anímico. Naturalmente, empero, esto aquí, como en el resto de la fenomenología, no significa ejecutar directamente experiencias actuales, es decir, proceder empíricamente, como si la tesis empírica, que se sujeta a los facta contingentes, viniera de algún modo al caso. Se trata más bien de examinar en la intuición de esencias la esencia de lo experimentado en general y como tal, tal como se explicita en un experimentar cualquiera, sea ejecutado real o imaginativamente (en un fingirse-en-un-experimentar-posible),[Nota al pie: a Cfr. p. 35.] para luego, en el despliegue de las intenciones que yacen esencialmente en tal experimentar, captar con la vista el sentido de lo experimentado como tal ---el sentido del género respectivo de objetividades regionales--- y darle expresión en análisis y descripción rigurosos.